Colbert: Para conseguir dinero, hay un momento en que engañar [al contribuyente] ya no es posible. Me gustaría, Señor Superintendente, que me explicara cómo es posible continuar gastando cuando ya se está endeudado hasta al cuello...
Mazarino: Si se es un simple mortal, claro está, cuando se está cubierto de deudas, se va a parar a la prisión. Pero el Estado... cuando se habla del Estado, eso ya es distinto. No se puede mandar al Estado a prisión. Por tanto, el Estado puede continuar endeudándose. ¡Todos los Estados lo hacen!
Colbert: ¿Ah sí? ¿Usted piensa eso? Con todo, precisamos de dinero. ¿Y cómo hemos del obtenerlo si ya creamos todos los impuestos imaginables?
Mazarino: Se crean otros.
Colbert: Pero ya no podemos lanzar más impuestos sobre los pobres.
Mazarino: Es cierto, eso ya no es posible.
Colbert: Entonces, ¿sobre los ricos?
Mazarino: Sobre los ricos tampoco. Ellos no gastarían más y un rico que no gasta, no deja vivir a centenares de pobres. Un rico que gasta, sí.
Colbert: Entonces, ¿cómo hemos de hacer?
Mazarino: ¡Colbert! ¡Piensas como un queso de gruyere o como el orinal de un enfermo!! ¡¡Hay una cantidad enorme de gente entre los ricos y los pobres!!
Son todos aquellos que trabajan soñando en llegar algún día a enriquecerse y temiendo llegar a pobres. Es a esos a los que debemos gravar con más impuestos..., cada vez más..., siempre más. Esos, cuanto más les quitemos, más trabajarán para compensar lo que les quitamos. Son una reserva inagotable.
Investigando un poco por la red, Sergio descubrió que este diálogo es parte de la obra de teatro “Le Diable Rouge”, escrita por Antoine Rault en 2008. En ella se narran los últimos meses de vida de Mazarino, en los que Francia se encuentra prácticamente en la ruina tras 30 años de guerra con España.
Quizá esta conversación sólo sea producto de la imaginación de Rault. De lo que estoy convencida es de que esto mismo, aunque con otras palabras más adaptadas a nuestro tiempo, se ha tratado en la Moncloa más de una vez y con idénticas consecuencias: a los pobres ya les hemos explotado hasta dejarles sin nada, los ricos son intocables y la clase media a pagar el pato de nuestra incompetencia para solucionar los problemas económicos que sufre nuestro país.
Lo que me duele de verdad es que ninguno de los dos partidos “principales” tenga el valor y la decencia de plantar cara, de una vez por todas, a este sistema de desigualdades. En un país civilizado, en pleno siglo XXI ¿de verdad tiene que seguir habiendo pobres a los que se les ha quitado todo, ricos intocables y clase media sufridora? ¿En cuatro siglos no hemos avanzado absolutamente nada?
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